Dinamizar sin manipular

manipular

En una de nuestras interacciones con un cliente durante un taller reciente recibí un comentario acerca de cuan hábilmente estaba manipulando a los asistentes para lograr los resultados que quería alcanzar. Al principio lo tomé como un cumplido, confirmado después por el resultado final positivo del taller y el reconocimiento de los participantes.

Recuerdo haber oído ese comentario en varias ocasiones años atrás durante otra serie de talleres sobre la eficacia de la organización, como responsable del programa corporativo de entrenamiento. De aquí viene esta reflexión.

Los diccionarios relacionan la manipulación con palabras como falta de escrúpulos, engañoso, desleal, insidioso, ventajoso, etc. Al mismo tiempo, manipulación se liga con palabras como inteligente, hábil, astuto, ingenioso, gestionar, influir, etc.

Un dinamizador con estas ultimas cualidades podrá llevar al grupo al objetivo deseado. Si todo el mundo está alineado con dicho objetivo y no hay agendas ocultas, todos los aspectos negativos de la manipulación desaparecen dejando brillar los aspectos positivos en toda su extensión.

Para lograr los resultados deseados, el arte y la habilidad de un gran líder comienza por crear una visión inspiradora y generar las dinámicas correctas (claridad, entusiasmo, alineamiento). Esto es cierto para un taller, una organización, o cualquier otro entorno. Sin embargo, no basta con esto. Es necesario también cierto arte y habilidad para dinamizar a las personas (a la organización) hacia la realización de esa visión de la forma más creativa e ingeniosa posible.

La diferencia entre un gran dinamizador y un gran manipulador no está en las habilidades que poseen ambos, sino en el uso que hacen de ellas.

 Agustín Ramos

Deja un comentario