La innovación está a sólo un paso

La innovación implica cambio. Cambiar el mundo es una visión poderosa para muchas personas y empresas. Sin embargo, me pregunto cuántos estamos dispuestos a aceptar que el cambio debe empezar en nosotros.

Un pequeño paso nos puede cambiar la vida. Puede suceder en cualquier momento y lugar sin necesidad de explorar la selva virgen, sortear olas gigantes hacia un mundo fantástico para matar al dragón o hacer un vuelo espacial a Marte. Los que nos arriesguemos a darlo quizás descubramos lo que nunca hemos visto.

En los últimos 500 años, desde el Renacimiento hasta hoy, la raza humana ha progresado tremendamente en esperanza y, quizás no tanto, en calidad de vida a través de la ciencia y la inteligencia. El conocimiento ha crecido prodigiosamente y, con la aparición de internet, no hay límite a la cantidad de información a nuestro alcance. La inteligencia ha recibido renombrados premios en reconocimiento a su contribución al progreso. Todos hemos sido entrenados a usar nuestro cerebro para crecer o, al menos, sobrevivir en nuestro entorno.

Recientemente, sin embargo, notamos una tendencia creciente a admitir que nos falta algo, que nos estamos haciendo insensibles a gran parte de lo que nos rodea. Estamos hiper-conectados pero quizás menos comunicados que nunca.

Las emociones, incluso la espiritualidad, vuelven a salir a escena como algo que la humanidad necesita para lograr su plenitud. Pensar no es suficiente. Sentir es también necesario. A pesar de la riqueza y el progreso, todavía nos quedan muchas cuestiones por resolver como la pobreza, el hambre, la sostenibilidad del medio ambiente y otras. Las personas solamente podemos disfrutar plenamente de nuestras vidas cuando nos sentimos sincronizados con nuestro entorno, con las personas y las cosas que nos rodean.

Pero esta sincronía no es gratis. Requiere una inversión: estar sincronizados con nosotros mismos. El primer viaje hacia la plenitud es de sólo un paso, el que cuesta cruzar la barrera entre ambos lados de nuestro cerebro.

Innovar implica descubrir. Descubrirnos a nosotros mismos y lo que “pintamos” en este mundo es el primer paso para renovarnos. ¿Por qué nos cuesta tanto darlo?

Agustín Ramos

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